Es una hermosa ciudad junto a la bahía, pero a puerta cerrada estas guarras amateurs están más interesadas en que les pinchen la boca y el culo y se los llenen de duras pollas que en los teleféricos y las bonitas vistas de postal. Cuando San Francisco se pone sucio, no es tu corazón lo que vas a dejar aquí, sino un espeso y pegajoso rastro de semen masculino.